sábado, 29 de noviembre de 2008

Se busca a un Rabí

Un discípulo de cierto rabí convenció a su maestro de que viajara a la ciudad de Lodz, donde su sabiduría era admirada, para recolectar donaciones para sus causas. Convencer al rabí resultó muy difícil, porque era un hombre modesto, pero la importancia de las necesidades de sus pobres primó sobre cualquier otra consideración. Con muchos reparos, el rabí, inició el viaje.

Poco antes de llegar, y con la excusa de dar descanso a los caballos, el discípulo hizo que un emisario se adelantara y anunciara en Lodz la llegada del rabí. Una multitud acudió entonces a la carretera para recibirlo.

Muy sorprendido, el rabí abandonó su coche, y uniéndose a los que venían preguntó la causa de la manifestación:

-Venimos a recibir al rabí -fue la respuesta que obtuvo.

Entusiasmado, el rabí se unió a los otros, exclamando:

-Permítanme que sea uno mas entre ustedes. Es una buena accion honrar a un sabio. ¿Dónde está el rabí, que no lo veo?

Extracto del libro Los Mejores Cuentos Jasídicos, de Baal Shem Tov y otros.

Nosotros

El diálogo reside en la direccionalidad del ser: ser hacia otro. Lo demás es envoltorio o materia accidental.

Está quien contempla al otro, toma nota de sus rasgos, lo analiza. Lo cosifica. El otro se torna algo entre tantos algos dignos de ser clasificados y organizados en el mundo del saber. Pero cuando el otro elude esa calidad de cosa, cuando "me dice" algo, algo que entra en mi y vibra, entonces sucede el diálogo. Si nos abrimos, y le salimos al encuentro.

"Cada uno de nosotros esta metido dentro de una armadura", medita Martin Buber. Vivimos en calidad de impenetrables. Solo en momentos excepcionales la armadura se quiebra y la ola tibia de la vida nos invade.

Extracto del libro Vivir y Pensar, de Jaime Barylko.