jueves, 13 de noviembre de 2008

La voz

La voz se da, está, nunca falta.
El que falta suelo ser yo,
el que no oye,
el que cierra la puerta, cerrandome ante el otro,
negandome al amor.
La voz está. Hay que esforzarse y oírla.
Para ello hay que desechar otras voces.
Estamos llenos de llamados, de reclamos,
de deseos de poder.
Voces utilitarias, de vencer en alguna competencia.
Ésa es la muralla que impide oír a Dios.
Desentumece tu oido, tira abajo la muralla,
arroja los muros de la vanidad, si es que quieres oír.
Si no oyes, no hay Dios. Eres tu mismo dios.
Oír es abrirse, escuchar es dejarse fecundar por la
creación y hacerse parte de ella.
Extracto del libro Cabalá para todos, de Jaime Barylko.