miércoles, 31 de diciembre de 2008

Poesía - Paradoja existencial

Cuando se enfrenta una paradoja
primero se siente extraña congoja,
es así que se tiende a su oposición:
¡No puede ser! ¡Es pura contradicción!
Pero nunca produce indiferencia,
aunque se rechace su suficiencia,
hace gala de magnífica presencia
para nutrir nuestra humana existencia.
Luego de sufrida la conmoción,
estando todavía con poca noción,
el anhelo de certeza despierta.
El alma, así, halla la puerta abierta.
Si el espíritu el camino ha despejado,
todo su esplendor brilla liberado
y sus dones generoso comparte
para dar a la vida luz y arte.
La paradoja a la lógica pone a prueba
y con un sobresaliente aprueba
cuando sus razones argumenta.
La verdad, así, sus pilares cimenta.
Incitante, chocante y desafiante,
la paradoja es siempre fascinante
y aunque inspira desconfianza
con la verdad posee íntima confianza.
Cuando su enérgica voz se expresa,
con prístina claridad y firmeza,
va mas allá de la apariencia
y la verdad recobra vigorosa vigencia.
Cuando con pasión su verdad clama
encendiendo su salvífica llama,
baña de cálida pureza la razón
ya que su luz proviene del corazón.
Y si con tozudez uno se resiste
la paradoja siempre persiste,
hasta que de repente ¡Voila! ¡Era verdad!
Allí el ser encuentra su genuina Libertad.
Quien a la paradoja devela
siente como su espíritu vuela
a ignotas y remotas alturas
en busca de nuevas y recónditas honduras.
G. J. C.
Extracto del libro Paradojas Existenciales, de Gabriel Jorge Castella.