Esa música que siempre me rodea,
incesante, sin principio, sin embargo,
en mi ignorancia, mucho tiempo no la oí,
Pero ahora oigo el coro y me regocijo,
Un tenor, poderoso, ascendiendo con su 
vigor y salud, en las alegres horas del 
alba escucho,
A intervalos, una soprano navega gozosa
sobre la cresta de inmensas olas,
Un bajo transparente se estremece con
dulzura por debajo y a través del universo,
El tutti triunfante, los lamentos funerarios
con dulces flautas y violines,
de todo eso estoy lleno,
No escucho solamente el volumen
del sonido, me conmueven los sentidos 
exquisitos,
Escucho las diferente voces que se
alternan en el viento, luchando,
contendiendo con feroz vehemencia
para superarse en emoción;
Creo que ni los propios ejecutantes se 
conocen, pero ahora creo que yo
empiezo a conocerlos.